martes, 27 de abril de 2010

LA EXPERIENCIA ES LA MADRE DE LA CIENCIA

Hay un dicho que dice que una ciudad no se puede conocer si no vas a visitarla tu mismo en persona. Es decir que, por muchas postales que te manden o cartas que la describan, la única manera de conocer un sitio es coger el mejor vehículo que puedas y desplazarte para ver con tus propios ojos el sitio de que se trate y así, a través de tu propia experiencia cognoscitiva, saber como es en vivo y en directo.

En el Zen Budo pasa lo mismo que en el ejemplo que he puesto arriba.

Al principio del aprendizaje se hacen imprescindibles, lógicamente, algunas indicaciones para que el alumno pueda empezar su trabajo con un mínimo de coherencia con la propia intención de superarse dentro de una motivación intuitiva que le ha llevado a decidir practicar este precioso arte.

Pero, conforme va avanzando en la práctica, el alumno va comprendiendo, cada vez más, que no hay parámetros objetivos externos a él mismo que le puedan servir de apoyo.

Sobre todo, a partir del Maestro de la Unión, el alumno entra en un mundo nuevo de descubrimientos internos que le hacen sentirse como un aventurero en busca de tesoros o algo parecido.

Es el viaje que hace la mente cuando se reconoce en una nueva conciencia que pisa nuevos terrenos, hasta ahora desconocidos para ella, que amplía su horizonte de percepción y que no puede explicar por estar más allá del razonamiento lógico hasta ahora utilizado para comprender las cosas.

Porque, por ejemplo, la mente no puede comprender que haya en el Universo un solo Ki (Que es uno de los principios que acompañan al Maestro de la Unión) pues eso supone reconocer que ella, la mente, solo es una parte de un todo y que, en consecuencia ella, la mente, deja de ser el centro que controla la situación para pasar a ser controlada por algo mayor que ella que la contiene.

Pero, por mi propia experiencia, os puedo decir que lo que se siente como un drama, al principio, se vuelve un verdadero placer.

Solo la experiencia en carne propia lo demuestra.

Por ejemplo, cuando entregas tu brazo al compañero que te proyecta para hacer una voltereta, sientes como el ki del compañero te succiona, literalmente, en un movimiento en forma de espiral, y notas como si el tiempo se parase para desaparecer y aparecer en otro sitio en otro tiempo.

Esa sensación es la que se produce cuando el ki de dos compañeros se funde en uno solo de tal manera que las mentes individuales desaparecen para dejar paso a una conciencia que las integra.

En cualquier caso, como veis, cada practicante explicaría esta experiencia de forma diferente pues no se pueden encontrar las palabras adecuadas para explicar una cosa que está concebida para ser experimentada.

Si quieres conocer Paris tendrás que ir a París y si quieres conocer el Zen Budo tendrás que practicarlo.

Buen viaje a todos.

Jesús martiZén

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