viernes, 30 de abril de 2010

EL SUBIDÓN DE "KI"

Es muy común en la practica del Zen Budo, y en la de las artes marciales en general, que en un momento dado del entrenamiento te viene lo que se suele denominar “un subidón de ki”.

No es que ese hecho tenga algo de malo en si mismo, pero si hay que tener en cuenta algunos detalles para no perderse en uno mismo llevado por los efectos de este fenómeno, por otro lado completamente natural.

Hay que saber que una acumulación de ki (energía interna) produce en nuestro cuerpo, a todos los niveles, una sensación de un gran bienestar general que es interpretado por nuestra mente como un acopio de poder sin límites.

Esta sensación nos pone en peligro de no respetar al Maestro de la Limitación, corriendo el riesgo de lesionarnos.

Y otro riesgo que corremos es el de no tratar adecuadamente a nuestro compañero en los ejercicios por parejas que comportan una sincronización (unión) entre nuestro ki y el del compañero.

Hay que tomar conciencia de cuando estamos en un “subidón de ki” para concentrarse en reconducir nuestra energía y poner más atención en la máxima de que “solo hay un Ki en el Universo” y así poder escuchar el principio del Maestro de la Unión que dice: “Siente y únete”.

La lección que podemos sacar de esta experiencia en el tatami para aplicarla a las situaciones comunes de nuestra vida cotidiana es comparar nuestros estados de euforia con los de tranquilidad y ver que ninguna decisión que se tome desde un estado de euforia (subidón de ki) puede llegar a tener ninguna clase de éxito en su consecución.

Y esto es debido a que los estados de euforia (subidón de ki) te dan una falsa sensación de “todo lo puedo” que no tiene en cuenta a los demás en ningún sentido.

Como dijo no sé que sabio;

“El verdadero Poder está en saber utilizar la energía para defender causas que tienen que ver con el bien común”

Un saludo.

Jesús martiZén

miércoles, 28 de abril de 2010

LA ATENCIÓN Y EL CONTROL MENTAL

Cuando una persona decide ir a un sitio o hacer alguna cosa no se pone a pensar en mover una pierna primero para después pensar mover la otra pierna y así sucesivamente.
Como mucho piensa en empezar a moverse fijando su vista en la meta que se ha propuesto y el resto de movimientos del cuerpo se hacen automáticamente.
Es el mismo proceso que se realiza cuando conducimos un coche donde no pensamos en cada movimiento de nuestras manos y nuestros pies.
Lo único que hacemos es mirar la carretera y decidir a donde queremos ir.

Me he dado cuenta que en el Zen Budo, en ciertos ejercicios, pasa lo mismo.

Tu no puedes lanzarte a hacer una voltereta pensando en los diferentes movimientos que tu cuerpo va a hacer desde que entregas la mano al compañero que te proyecta hasta que llegas al suelo frenado por una palmada.

Claro que es verdad que hay ejercicios de preparación, normalmente en el suelo, que hacen que te vayas familiarizando con algunos movimientos que el cuerpo no está acostumbrado a hacer.

Pero, pasada esa fase, una vez tomada la decisión de lanzarse para dejarse ser proyectado por el compañero, es mejor no intentar controlar nada para que otra parte de ti mismo, que es la propia atención en lo que estás haciendo, pueda protegerte de la caída.

En resumen, en el Zen Budo, no hay que confundir el intentar controlar los movimientos con poner atención en hacer bien los mismos porque lo que hace que estos fluyan, los movimientos, es la capacidad que tengamos en saber dejar de intentar controlarlos para solo poner atención al ejecutarlos.

Ya sabemos que la expresión “perder el control” está un poco desprestigiada en cuanto que parece nos va a poner en peligro, sin embargo la experiencia nos demuestra que, para algunas cosas, es mejor perder el control para ganar en seguridad de ejecución debido a que nuestra atención no está condicionada a nada que no sea nuestra propia voluntad en querer hacer las cosas correctamente.

Como dice el proverbio: “Para ganar algo hay que perder algo”

Tu eliges compañero.

Un saludo a todos.

Jesús martiZén

martes, 27 de abril de 2010

LA EXPERIENCIA ES LA MADRE DE LA CIENCIA

Hay un dicho que dice que una ciudad no se puede conocer si no vas a visitarla tu mismo en persona. Es decir que, por muchas postales que te manden o cartas que la describan, la única manera de conocer un sitio es coger el mejor vehículo que puedas y desplazarte para ver con tus propios ojos el sitio de que se trate y así, a través de tu propia experiencia cognoscitiva, saber como es en vivo y en directo.

En el Zen Budo pasa lo mismo que en el ejemplo que he puesto arriba.

Al principio del aprendizaje se hacen imprescindibles, lógicamente, algunas indicaciones para que el alumno pueda empezar su trabajo con un mínimo de coherencia con la propia intención de superarse dentro de una motivación intuitiva que le ha llevado a decidir practicar este precioso arte.

Pero, conforme va avanzando en la práctica, el alumno va comprendiendo, cada vez más, que no hay parámetros objetivos externos a él mismo que le puedan servir de apoyo.

Sobre todo, a partir del Maestro de la Unión, el alumno entra en un mundo nuevo de descubrimientos internos que le hacen sentirse como un aventurero en busca de tesoros o algo parecido.

Es el viaje que hace la mente cuando se reconoce en una nueva conciencia que pisa nuevos terrenos, hasta ahora desconocidos para ella, que amplía su horizonte de percepción y que no puede explicar por estar más allá del razonamiento lógico hasta ahora utilizado para comprender las cosas.

Porque, por ejemplo, la mente no puede comprender que haya en el Universo un solo Ki (Que es uno de los principios que acompañan al Maestro de la Unión) pues eso supone reconocer que ella, la mente, solo es una parte de un todo y que, en consecuencia ella, la mente, deja de ser el centro que controla la situación para pasar a ser controlada por algo mayor que ella que la contiene.

Pero, por mi propia experiencia, os puedo decir que lo que se siente como un drama, al principio, se vuelve un verdadero placer.

Solo la experiencia en carne propia lo demuestra.

Por ejemplo, cuando entregas tu brazo al compañero que te proyecta para hacer una voltereta, sientes como el ki del compañero te succiona, literalmente, en un movimiento en forma de espiral, y notas como si el tiempo se parase para desaparecer y aparecer en otro sitio en otro tiempo.

Esa sensación es la que se produce cuando el ki de dos compañeros se funde en uno solo de tal manera que las mentes individuales desaparecen para dejar paso a una conciencia que las integra.

En cualquier caso, como veis, cada practicante explicaría esta experiencia de forma diferente pues no se pueden encontrar las palabras adecuadas para explicar una cosa que está concebida para ser experimentada.

Si quieres conocer Paris tendrás que ir a París y si quieres conocer el Zen Budo tendrás que practicarlo.

Buen viaje a todos.

Jesús martiZén

viernes, 23 de abril de 2010

EL MITO DE SAN JORGE EN EL ZEN BUDO

Como sabéis hoy se celebra en Barcelona el día de San Jordi. Es el famoso día donde se regala un libro y una rosa.
Como sabéis también San Jordi corresponde al mítico San Jorge y la gesta que se le atribuye es la de vencer al Dragón.
Por otro lado es muy común es muchas culturas el mito de la lucha de un caballero contra un dragón al que vence para proteger a una princesa, si no recuerdo mal.
Todos aquellos que han sido curiosos lectores de mitos ancestrales saben que la simbología que se esconde detrás del mito de San Jorge corresponde a la famosa lucha del hombre por dominar la “bestia” que lleva dentro y ponerla a su servicio.
Quizá se pueda expresar de otra forma dependiendo de la cultura, filosofía o escritor que lo defina.
Pero en resumen consiste en saber que hay una energía en nosotros que parece que se comporta a favor o en contra dependiendo de la comprensión que tengamos de cómo actúa.
Es decir que se trata de entender que hay una parte de nosotros que no puede ir contra nosotros si nosotros no queremos, valga el juego de palabras.
Ahora se preguntarán ustedes: ¿qué tiene que ver todo esto con el Zen Budo?
Pues es muy sencillo pues en el Zen Budo hay un Maestro que, si no se entiende bien, puede ser visto como un enemigo cuando, en realidad, es el primero y más importante de los Maestros por ser el primero que es en donde se basa el aprendizaje del Zen Budo.
Me refiero, por supuesto, al Maestro de la Limitación.
Este Maestro es el que nos garantiza que nuestra progresión se apoya en fundamentos firmes pues si queremos superar etapas sin cumplir con los requisitos adecuados al cumplimiento de las exigencias de cada nivel, el Maestro de la Limitación vendrá a recordarnos este detalle normalmente en forma de lesiones musculares o como mucho óseas si nuestro atrevimiento ha ido muy lejos.
Tenemos que estar tremendamente agradecidos a este Maestro de que nos avise de esta forma para así evitar males mayores (Enfermedades, etc…).
En resumen, el Maestro de la Limitación es el dragón que se pondrá a nuestro servicio si nosotros nos comportamos como un verdadero caballero (Samurai), entregándonos en cuerpo y alma a la buena consecución de los ejercicios, o nos avisará, nos limitará de alguna manera, cuando no lo hagamos, protegiéndonos así de nosotros mismos.
En realidad, como ven, el dragón se comporta siempre como nuestro amigo, como no podía ser de otra forma ya que es una parte de nosotros mismos.
Es la forma de ver este mito dentro de la filosofía del Zen Budo

Un saludo.

Jesús martiZén

jueves, 22 de abril de 2010

LA JERARQUÍA EN EL ZEN BUDO

Es muy importante, a mi entender respetar la jerarquía que se establece en una clase de Zen Budo entre el Maestro, que dirige la clase, y los alumnos que son dirigidos.

En principio no parece que nadie tenga ningún inconveniente en aceptar esto.

Pero si un día no está el Maestro, y es un compañero el que da la clase, entonces se puede poner de manifiesto, a veces, una cierta competividad entre los compañeros por creer cada uno que a él le pertenece la honrosa tarea de dirigir la clase.

En el Zen Budo esto no tiene ningún sentido pues en realidad el único Maestro al que hay que seguir está dentro de nosotros.

Pero sin embargo hay que acostumbrarse a tratar a cualquier compañero, que un día le toque dar una clase, con el mismo respeto, o todavía más si cabe, con el que trataríais al mismísimo Dr. Austro Queiroz.

La primera razón es porque el compañero que está ocupando ese sitio se lo merece ya que está haciendo un trabajo de marcar protocolos y tiempos que nos permite a nosotros de entregarnos al cien por cien a nuestro propio trabajo.

Y la segunda razón, y más importante, es que nuestra mente tiene que aprender a ser dirigida por otros para que así pueda abrirse a ser dirigida por los Maestros Internos cuando estos se le manifiesten.

Así, lo de la jerarquía en el Zen Budo, no se trata solo de respetar un orden protocolario lógico sino que se trata de hacer entender a nuestra mente de que hay otras personas fuera de nosotros que puede que nos ayuden en nuestro propio aprendizaje.

De hecho esto se ve claramente cuando se llega al nivel de compromiso con el Maestro de la Unión donde se comprende que solo hay un ki en el Universo y que nosotros somos solo partes de una sola cosa junto con nuestros compañeros, sean ellos quien sean.

Un saludo.

Jesús martiZén

miércoles, 21 de abril de 2010

LA ATENCIÓN EN EL PRESENTE

Una de las características esenciales del Zen Budo es que sus principios pueden ser aplicados durante los acontecimientos rutinarios de la vida diaria.De hecho, un buen practicante de Zen Budo, que se precie de serlo, está atentolas 24 horas del día a esos principios.

Es decir, está en una actitud de escucha interna permanente intentando estar conectado a cualquier posible mensaje que cualquiera de sus Maestros Internos le pueda mandar.

Sin duda que las tareas (profesionales, sociales, familiares, etc...) que el mundo nos reclama son un impedimento para esta concentración pero, por eso, las horas de entreno en el tatami son muy especiales para ir acostumbrándonos a mantener la atención en nuestro interior al mismo tiempo que hacemos nuestras ejercicios en el tatami.

Con el tiempo iremos viendo que la razón de que las actividades cotidianas nos descentren no es culpa del mundo sino de nuestra poca capacidad de centrarnos en cualquier circunstancia.

Esta reflexión me ha venido cuando me dirigía hoy al gimnasio a entrenar y me daba cuenta de que estaba proyectándome en el futuro pensando en lo que tenía que hacer mañana o pasado, cuando de golpe me ha venido un mensaje (Creo yo que del Maestro de la Geometría) que me decía:"Lo único que tienes que hacer ahora es mirar por donde andas y disfrutar del paseo".

Cuando he "oído" esto, de golpe se me han quitado todas las pre-ocupaciones y me ha venido una sensación de tranquilidad equivalente a como te sientes cuando estas centrado.

La reflexión que me ha venido después y que aquí expongo es que se puede comprobar por propia experiencia que vivir el presente y estar centrado son dos actitudes, inseparables y equivalentes, necesarias para la buena consecución de cualquier acto ya sea una batalla campal a espada o un simple paseo por la calle.

Un saludo.

Jesús martiZén

lunes, 19 de abril de 2010

CONFIAR Y EXPANDIR

La semana pasada he estado entrenando con una renovada actitud de escucha
a tenor de la nueva forma de trabajar con los Maestros y sus principios, mucho más
atento a cualquier mensaje que me viniera en relación con los ejercicios que estaba
haciendo.

Verdaderamente tengo que decir que ahora si que estoy practicando una
auténtica meditación física pues no puedo separar la actitud interna de introspección
de la actitud externa de ejecución sin que sienta que no estoy haciendo correctamente
los ejercicios y, en consecuencia, perdiendo la motivación.

Pues la motivación se alimenta de los resultados y los resultados vienen de una actitud
mental adecuada, la cual, como sabéis, producirá su efecto benéfico consecuente.

Puedo decir también que he comprobado que todos los Maestros se manifiestan conjuntamente pues, a pesar de estar en un nivel inferior, hoy se me ha manifestado el Maestro de la Expansión cuando al inclinarme hacia delante con los brazos estirados en posición de sentado con las piernas abiertas, me ha venido la necesidad de expandir mi espalda como si fuera lo que tocara en ese momento y con una consigna clara interna de confiar en mi mismo de que esa era la forma de actuar correcta.

En este caso puedo decir que la experiencia ha sido auténtica porque la explicación que he dado aquí ha sido a posteriori de leer en mi interior mis propias sensaciones, lo cual me garantiza que no ha habido ninguna expeculación mental por mi parte.

Buen trabajo a todos.

Jesús martiZén

LOS MAESTROS NOS HABLAN

Como todos sabeís en el Zen Budo hay ocho Maestros internos que nos hablan a través de sus principios.

Estos principios son mensajes subliminales que, si estamos atentos, los oiremos hablar en nuestra cabeza en forma de consignas concretas que evocarán en nosotros la actitud correcta para cumplir el trabajo que cada Maestro requiere.

Cuando digo que “los Maestros Internos nos hablan” no lo quiero decir de forma literal pero si de forma que se puede traducir en palabras lo que Éstos nos dicen.

Y estas palabras son:

Maestro de la Limitación.................Empieza y relájate.
Maestro de la Gravedad..................Entrégate y enraízate.
Maestro del Aliento.........................Cálmate y despierta.
Maestro de la Unión........................Siente y únete.
Maestro de la Geometría..........Posiciónate en tu presencia.
Maestro de la Expansión..................Confía y expándete.
Maestro del Movimiento.............Vuélvete movimiento.
Maestro del Vacío..........Habita la Paz que hay en el centro de ti mismo.


Así, a partir de ahora, cuando entrenen, estén muy atentos a vuestra meditación física pues esta puede dar lugar, posiblemente, a mensajes internos que ustedes pueden traducir en alguna de estas frases de la fila vertical de la derecha y según la que sea sabrán que Maestro les está hablando porque, además, tengan en cuenta, que, independientemente del nivel en el cual se encuentren, los Maestro se manifiestan conjuntamente, aunque no al mismo tiempo.

Buen trabajo.

Jesús martiZén