viernes, 26 de junio de 2009
Desde mi último comentario he estado dándole cada vez más importancia a los ejercicios de meditación trabajando con la respiración en un encuentro con el Maestro del Aliento.
Estoy encontrando en este ejercicio una dimensión de mi mismo que hasta ahora no conocía, habriéndome un horizonte nuevo de conciencia que me está posivilitando el conocerme a mi mismo más allá del circulo vicioso repetitivo de la mente.
Es un viaje maravilloso que cuesta explicar con palabras pues está hecho para experimentarse.
Pero como mínimo si puedo decir como yo lo experimento.
Y en mi caso se trata de una sensación de concentración en "Un punto" cuando inspiro y de una sensación de "Onda Infinita" cuando expiro.
Pero lo mejor es que estando en esta percepción interna aparece una tercera dimensión de experiencia que incluye a las otras dos de tal manera que tienes la gratísima sensacion de estar en un sitio de ti mismo que hasta ahora no conocías y que te da una sensación de Libertad indescriptible.
Sin duda esta experiencia la vivo como algo muy revelador sobre la práctica en si misma del Zen Budo al mismo tiempo que tranquilizador.
Ahora si, definitivamente, se cumplen las expectativas que se deben esperar del desarrollo de una práctica que te hace crecer externa e internamente integrando todas las dimensiones del ser humano.
Un saludo.
martiZen
jueves, 18 de junio de 2009
EL SAMURAI Y LOS TRES GATOS
Un samurai tenía en su casa un ratón del que no llegaba a desembarazarse. Entonces adquirió un magnifico gato, robusto y valiente. Pero el ratón, más rápido, se burlaba de el. Entonces el samurai tomo otro gato, malicioso y astuto. Pero el ratón desconfió de el y no daba señales de vida mas que cuando este dormía. Un monje Zen del templo vecino presto entonces al samurai su gato: este tenía un aspecto mediocre, dormía todo el tiempo, indiferente a lo que le rodeaba. El samurai encogió los hombros, pero el monje insistió para que lo dejara en su casa. El gato se pasa el día durmiendo, y muy pronto, el ratón se envalentono de nuevo: pasaba y volvía a pasar por delante del gato, visiblemente indiferente. Pero un día, súbitamente, de un solo zarpazo, el gato lo atrapo y lo mató. ¡Poder del cuerpo, habilidad de la técnica no son nada sin la vigilancia del espíritu!